Cuando nuestro equipo está en funcionamiento, multitud de procesos corren en segundo plano. Unos son propios del sistema operativo y otros dependen de los programas que tengamos abiertos en ese momento, pero también puede darse el caso de que, una vez cerrados, dejen algún rastro operativo.
Pulsando la combinación de teclas Ctrl + Alt + Suprimir accederemos al Administrador de Tareas, y, en Procesos, podremos verlos todos y la cantidad de RAM y CPU que consumen. Si alguno se ha vuelto inestable (lo sabremos por un excesivo uso de recursos) puedes cerrarlo al hacer clic en Finalizar proceso. No obstante, puede que si ha habido algún error, Windows sea incapaz de detenerlos.
En ese caso, deberemos recurrir a Símbolo del sistema, invocándolo desde el cuadro de búsqueda de menú Inicio. Una vez en él, para listar los procesos abiertos teclearemos el comando tasklist y detendremos el que nos interese escribiendo la línea taskkill/PID «número de PID» /F (aquí irá la cifra que le corresponda sin comillas). Por ejemplo, si queremos cerrar el Explorador de Windows porque ha dejado de funcionar, que en la ilustración tiene el número PID 1844 , introduciremos taskkill/PID 1844 /F.