En los pisos más pequeños no suele haber problemas, pero, si nos alojamos en una vivienda con varias plantas, una casa grande o un piso con multitud de obstáculos físicos, es posible que observemos cómo disminuye el alcance de nuestra señal WiFi. Les explicamos algunas ideas para mejorarlo sin grandes complicaciones.
Los routers WiFi actuales, y, especialmente, los que entregan las operadoras, son válidos para una amplia mayoría de hogares en cuanto a potencia de señal y cobertura se refiere. Sin embargo, a poco que tengamos un piso medianamente grande, con multitud de obstáculos físicos entre el router y nosotros, o, simplemente, vivamos en una de varias plantas, puede que estos mismos encaminadores nos den multitud de problemas para poder utilizarlos en todas las zonas de la casa. Más adelante les explicaremos cómo montar, para los casos más extremos, repetidores de señal que se encargan de amplificar nuestra señal a distancias donde un único router nunca podría llegar. Sin embargo, hay casos donde los problemas de cobertura no requieren que nos compliquemos tanto, y con solo aplicar algunas sencillas soluciones podemos mejorar la calidad de la señal para que llegue más lejos y cubra zonas a las que antes no llegábamos.
Tras analizar el problema, vamos a comenzar a mejorar en la medida de lo posible el alcance de nuestro router, comenzando por sus ajustes, y siguiendo por técnicas que implican cambiar su ubicación o instalar nuevas antenas. Centrándonos en los ajustes, y aunque no es la panacea, algunos routers WiFi permiten ajustar la potencia de emisión del módulo inalámbrico desde su interfaz de configuración. La utilidad de este ajuste es reducir la intensidad de la señal cuando nos encontramos muy cerca del dispositivo. Sin embargo, según los modelos, puede que este valor no venga ajustado por defecto al 100% de potencia, por lo que modificarlo puede hacernos ganar algo de cobertura de manera tremendamente fácil. Para comprobarlo solo tenemos que acceder a la configuración web del router (metiendo la puerta de enlace en el navegador y usando el usuario/contraseña que indiquen las instrucciones), y buscar en la sección de configuración inalámbrica una opción similar a Transmit Power.
El siguiente ajuste que nos puede ayudar a arañar algunos metros a nuestra cobertura es el tipo de transmisión inalámbrica. Por una parte, podemos plantearnos directamente activar el modo 802.11b, aunque sin llegar a ese extremo, es interesante hacer que el router trabaje solo en el modo que realmente vamos a necesitar, aun a costa de perder compatibilidad con estándares más antiguos. Por ejemplo, si todos nuestros dispositivos soportan 802.11n, lo activemos exclusivamente en la configuración del router.
Otro ajuste interesante requiere comprobar si nuestro dispositivo ofrece banda dual. Aún es poco habitual, y solo lo encontramos en algunos modelos, pero si nuestra unidad (y los portátiles que usemos) permite la transmisión en 5 GHz en lugar de los habituales 2,4 GHz, lograremos cargarnos de un plumazo cualquier problema de calidad de señal producido por interferencias de otras redes o sistemas que funcionen en 2,4 GHz.
También tenemos otros ajustes realmente avanzados como el Fragmentation Threshold o RTS Threshold, que nos permite actuar sobre el comportamiento de la red a nivel de paquete de datos. Sin embargo, cambiar estos parámetros tan solo arañará mejoras en condiciones muy concretas, y las posibilidades de que las cosas empeoren son bastante altas, así que nuestra recomendación es no modificar sus parámetros.
802.11b, un estándar aún con mucho potencial
Cuando echamos la vista atrás y recordamos cómo hace solo unos años estábamos utilizando redes WiFi 802.11b con una velocidad de 11 Mbps, nos asoma una ligera sonrisa mientras nos damos cuenta de lo mucho que hemos evolucionado si la comparamos con 802.11n y sus 300 Mbps. Sin embargo, el estándar 802.11b sigue utilizándose hoy en día más de lo que imaginamos a pesar de su reducida tasa de transferencia.
Hay varias razones que explican esta situación, pero una de ellas es que permite dar más cobertura inalámbrica que el estándar g/n con un único router y a igual potencia de emisión y antenas, aunque sea a costa de sacrificar la tasa de transferencia. De hecho, mientras que para transferencias internas de equipo a equipo los 11 Mbps máximos que ofrece se quedan realmente cortos, si solo utilizamos el WiFi para navegar por Internet y nuestro router se queda algo corto de cobertura u ofrece una conexión poco estable, una de las primeras soluciones que podemos probar es cambiar el estándar a 802.11b. Si nuestra línea ADSL es de 10 Mbps o menos, no deberíamos notar un descenso de las prestaciones y, a cambio, sí una mejora de la estabilidad y el alcance de la señal en lugares donde el estándar 802.11g/n puede que no llegase bien.
Si nos conectamos a la interfaz de configuración de nuestro router, en las opciones de la red WiFi, junto a valores básicos como el nombre del SSID, deberíamos encontrar un apartado llamado Wireless Channel en el que podemos seleccionar el canal de emisión de nuestra red. En muchos modelos esta opción viene marcada en automático para que sea el router el que detecte sin más el canal menos congestionado y actúe en consecuencia. Sin embargo, no os fiéis de esta función, pues sus resultados en muchos modelos son bastante decepcionantes. Por ello, es mejor seleccionar manualmente nuestro canal de acuerdo con los datos que hemos obtenido en el paso anterior.
Los canales que encontramos en los routers WiFi en Europa van del 1 al 13, que son los que operan entre los 2.401 y 2.483 MHz. El problema es que cada canal tiene un ancho de 22 MHz, por lo que, en realidad, unos se pisan a otros en determinadas frecuencias. Para no complicar las cosas con explicaciones complejas, os diremos que los únicos canales que no interfieren entre sí nunca son el 1, el 7 y el 13. Por ello, deben ser nuestra primera opción siempre que tengamos varios en uso y busquemos alguno que esté libre. En el caso de que estemos rodeados de puntos de acceso WiFi y todos o la mayoría de los canales estén ocupados, tendremos que usar una estrategia diferente, detectando los puntos de acceso más lejanos desde nuestra posición (con menor potencia de emisión) para usar sus canales en nuestra zona.
¿Qué lograrás cambiando las antenas?
Si todo lo anterior no ha logrado resolver nuestro problema de cobertura, antes de llegar a la solución definitiva (montar un repetidor), podemos plantearnos la instalación de antenas de mayor ganancia. Es una opción cada vez menos frecuente, pues actualmente los puntos de acceso cuentan con antenas fijas (no desmontables) o, peor aún, internas. En estos casos no tenemos opción de instalar antenas de mayor ganancia, salvo que seamos muy manitas y nos atrevamos a abrir el router y soldar algunos cables. Aun así, si nuestro encaminador permite desmontar las antenas de serie y conectar otras, lo que conseguiremos es amplificar la potencia de emisión y variar la forma en la que se reparte la señal radioeléctrica.
La amplificación se representa en dBi, y con 8-10 dBi de valor ya estaremos logrando resultados más que palpables. No es una ampliación cara (desde 10 a 15 euros tenemos antenas de razonable calidad), y los resultados pueden ser más que sorprendentes. Para los routers con antenas desmontables, su instalación es tan simple como desenroscar la antigua y enroscar la nueva.
en todo caso en mejor que el personal de la empresa que provee el servicio sea el que manipule estos valores. para el usuario común mejor comprar un repetidor que es mas fácil de configurar y no nos arriesgamos a dañar la configuración del router original